La implementación de la norma ISO 22000 puede realizarse en cualquier tipo de empresa de la cadena alimentaria, independientemente de su tamaño, producto y tipo de operación. Esta norma aplica para todas las empresas que se dediquen a la siembra, cultivo, cosecha, cría de animales de consumo humano, fabricantes de alimentos y bebidas, empresas de transporte de alimentos, bodegas y almacenistas, distribuidores y servicios de catering, entre otras.
Para implementar la norma ISO 22000 se puede utilizar como base el sistema de Análisis y Puntos Críticos de Control HACCP. Este consiste en un proceso preventivo para identificar, evaluar y prevenir los riesgos potenciales de contaminación, ya que, todos los procesos que involucren alimentos son susceptibles a riesgos de contaminación físicos, químicos y biológicos.
El estándar ISO 22000 ha sido diseñado con enfoque flexible con el fin de cubrir todos los segmentos de producción de la cadena alimentaria. En este sentido, es muy importante tener en cuenta que esta normativa no establece los mismos requisitos para todos los establecimientos que se quieran certificar debido a que el nivel de riesgo varía en cada operación. Es decir, las exigencias para una operación con altos riesgos no son las mismas para una con bajo nivel de riesgos.
Es por esta razón que antes de iniciar el procedimiento para la certificación ISO 22000 es muy importante consultar la normativa local, los requisitos para acceder a mercados internacionales, en caso de que se desee exportar el producto, y finalmente los requerimientos de los clientes.
El control de la seguridad alimentaria que las empresas realizan en la actualidad no es equiparable al que se desarrollaba hace unos años. El cambio no se ha producido únicamente a nivel legislativo, sino que el cambio ha supuesto el desarrollo a nivel europeo de la primera disposición que se publicó para reformar la legislación alimentaria mediante el reglamento 178/2002 CE y el desarrollo de reglamentos del paquete de higiene, como consecuencia de este primer reglamento, en el año 2004.
La referencia también se desarrolla en relación base a las herramientas de las que las compañías pueden hacer uso para preservar la seguridad alimentaria, lo cual suele hacerse mediante normas de implantación voluntaria conocidas a nivel internacional, como BRC, IFS, ISO 22000 O FSSC 22000, las cuales poseen valor añadido de la posible certificación de una entidad acreditada reconocida.
Estas normas, al igual que la legislación han de ir adaptándose a las nuevas demandas y de ahí las revisiones periódicas a las que se someten, siempre con el objetivo de desarrollarse en paralelo a las necesidades empresariales y de mercado; Y son en este sentido los cambios propios de la industria alimentaria, los que marcan el ritmo de estas adaptaciones.
En Enero de 2015, BRC publicaba su nueva versión 7, en BRC food, aplicable en organizaciones a partir de junio de ese año, incluyendo aspectos de relevancia en el entorno de la industria alimentaria, como cambios para el control de la trazabilidad, reflejando el relevante aspecto del fraude alimentario, la gestión del etiquetado alimentario o la propuesta de las compañías certificadas de sumarse a programas de auditorías no anunciadas.
En el año 2017, la norma IFS Food, actualizó su versión 6 y en el año 2018 la norma ISO 22000, en su nueva versión cuenta con una estructura de alto nivel, al igual que las nuevas versiones de las normas ISO 9001 Y 14001 de sistemas de gestión de calidad y medioambiente, respectivamente.
Además de garantizar la seguridad alimentaria, la implementación de la norma ISO 22000 trae otros grandes beneficios para las empresas del sector gastronómico y la industria de alimentos que se certifiquen con esta norma:
a) Optimiza los procesos operativos en todas las etapas de producción.
b) Permite identificar y controlar los riesgos con el fin de prevenir cualquier tipo de contaminación.
c) Mejora la calidad de los productos y reduce costos asociados a problemas de calidad.
d) Permite controlar riesgos e impactos ambientales
e) Minimiza los problemas por retirada de productos, reclamos y mala reputación
f) Genera confianza en los consumidores.
g) Abre las puertas a mercados internacionales.
h) Evita sanciones y asegura el cumplimiento de la normativa local.
i) Aumenta la rentabilidad financiera.
j) Permite la integración con otros sistemas y normas como la ISO 9001.
